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INMACULADA CONCEPCIÓN (ARCIPRESTAZGO DE LA MANCHUELA)

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios.
(Con nuestra felicitación a la parroquia de la Purísima)

María siempre ha sido el aliento, el empuje, el descanso de la misión de la Iglesia y de la vida de cada cristiano y cristiana en particular. María siempre ha sido el testimonio vivo y operante en medio del pueblo de Dios. Sed bienvenidos todos a esta celebración en la que buscamos ese Espíritu de Dios que nos anime a las parroquias del arciprestazgo de La Manchuela en nuestro segundo año de la Misión Diocesana. Queremos ser testigos en nuestros pueblos del amor que Dios ha derramado a la humanidad. Y buscamos en la Virgen esa vida plenamente testimonial. La mujer que escucha a Dios, la mujer que acoge, que se pone en camino y que comparte. 

  • María es la mujer que ESCUCHA 

La sociedad necesita gente que sepa escuchar, que se detenga de su frenético ritmo de vida, que abra su corazón a lo que el otro quiere decirle. Sería una forma muy sencilla de ser testigos de Dios en el mundo: ejerciendo nuestra capacidad de atención y escucha, especialmente a la gente que necesita de nosotros. María escucha lo que Dios quiere decirle a través del ángel Gabriel. Pero también escucha a la distancia la necesidad de su pariente Isabel, sin buscar escusas ni ruidos que distraigan. Escucha, ponte a la escucha tú también. Deja de un lado pensamientos, prisas, intereses, deseos propios… Y escucha al que tienes al lado y al que tienes lejos. Serás así buen testigo de Dios.

Virgen y Madre María, 
tú que, movida por el Espíritu, 
acogiste al Verbo de la vida 
en la profundidad de tu humilde fe, 
totalmente entregada al Eterno, 
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo, 
llevaste la alegría a Juan el Bautista, 
haciéndolo exultar en el seno de su madre,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, estremecida de gozo, 
cantaste las maravillas del Señor. 
Tú, que estuviste plantada ante la cruz 
con una fe inquebrantable 
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, 
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu 
para que naciera la Iglesia evangelizadora,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

  • María es la mujer que ACOGE 

Es la necesidad más básica de todo ser humano que viene a este mundo: sentirse acogido. La Visitación es un momento de acogida mutua de dos mujeres que han sido visitadas por el Señor. De este gesto emana una profunda llamada a la acogida. Sería un gran testimonio para nuestros pueblos que la gente encontrara en los cristianos y en las parroquias un lugar de acogida incondicional, unos brazos abiertos sin ánimo de juicio o reproche. Como dice el papa Francisco, esa Iglesia de puertas abiertas que no sea aduana para nadie. Que tu vida sea una acogida incondicional. Que tu familia, amigos, vecinos, sientan que das testimonio de fu fe abriéndoles las puertas de tu vida. 

Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, 
madre del amor, esposa de las bodas eternas, 
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, 
para que ella nunca se encierre ni se detenga 
en su pasión por instaurar el Reino...

          consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados 
          para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. 
          Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos 
          para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.

  • María es la mujer que SE ALEGRA 

El magníficat es un canto de alegría provocado por el amor de Dios. Nada ni nadie puede contener a una mujer o un hombre alegre. Brota del corazón. María sabe de las dificultades de su misión, pero no se ahoga en estériles quejas o en caras tristes. ¿De qué somos testigos los cristianos? Pues de la alegría que da creer en Dios. Sólo unos crstianos y cristianas alegres pueden convencer a otros de que merece la pena ponerse en este camino de la fe. Eres la alegría de Dios para tus hermanos y hermanas. Siente esa alegría de ser creyente y no te la calles. Permite que brote a tu alrededor para que todos encuentren en ti un motivo para seguir esperando. 

Madre del Evangelio viviente, 
manantial de alegría para los pequeños 
Estrella de la nueva evangelización, 

          ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, 
          del servicio, de la fe ardiente y generosa, 
          de la justicia y el amor a los pobres, 
          para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra 
          y ninguna periferia se prive de su luz. Amén.

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